Una buena experiencia

Ya se está acabando nuestra ruta por Nepal y terminamos en la estresante Kathmandu. A parte de las cuatro visitas obligatorias, lo que uno puede hacer es pasear y pasear por el barrio de Thamel. Puedes estar varias horas mirando, buscando y regateando aunque te marches con las manos vacias. Esto es lo que hemos hecho en nuestro último día en compañía de Javi y Mariela.

Por casualidad o cosas del destino, hemos topado con una pequeña tiendecita que vende prendas de montaña (Himalayan Trek) y hemos ido entablando conversación con el vendedor, muy buen tipo aunque es muy duro!

Las cosas han salido por si solas. Primero nos hemos acomodado en un rincón de la tienda entre montañas y montañas de prendas, luego nos ha invitado a un té. Entre risa y risa, nos ha invitado a a ver la fábrica de ropa de montaña. El concepto “fábrica” no es el mismo que tenemos nosotros ya que se trata de una casa donde la mayoría de las habitaciones están destinadas a la fábrica, con telas, maquinas de coser y trabajadores por todos lados, mientras que otra pequeña zona es donde vive toda la familia. Cuando decimos toda la familia, es toda, desde la abuela, hermanos, hijos, nietos, primos, etc. Ha empezado a salir gente por todos lados para saludarnos.

Finalmente nos hemos visto sentados en su “salón” que en realidad es el dormitorio principal de la casa hablando de temas diversos, especialmente sobre la situación actual del país y como vive la gente las restricciones que impone el gobierno (de luz, gasolina, etc.). Y ahora viene la mejor parte, nos ha invitado a degustar unos deliciosos platos típicos nepalís. Riquísimos!

Cena en casa nepali

Algunos lo hemos comido al estilo europeo, es decir, con tenedor. Otros, han preferido involucrarse en la comida nepalí y utilizar los dedos.

Para chuparse los dedos