Bariloche y la ruta de los 7 lagos

Nuestra última parada de Argentina es San Carlos de Bariloche. Conocida por ser la Suiza de Argentina por dos motivos: Sus elevados precios y sobretodo por ser la perdición de todo amante al chocolate. Hay de todo tipo: fuerte, suave, negro, blando, relleno, caliente, etc. En fin, una delicia para nuestro paladar. Hemos aprovechado a comprarnos el postre para estas fiestas navideñas. mmmmmm

Lo típico de Bariloche

Desde aquí hemos alquilado un coche junto con James y Sally, una pareja de ingleses dando la vuelta al mundo. Con ellos hemos recorrido la ruta de los 7 lagos.

La primera parada del recorrido es Villa La Angostura o Villa Langostina para Bibi que no hay manera de que se quede con este nombre. La carretera que nos lleva a esta pequeña localidad costera es super colorida gracias a su flora roja, verde, amarilla y lila. Es un paisaje muy frondoso. Villa La Angostura nos ha parecido un lugar ideal para pasar unos días de relax, eso sí, es verano y hacía demasiado frío como para bañarse en sus playas, así que no se cuando se podrán aprovechar.

Flora colorida

A partir de este pueblo comienza propiamente la ruta de los lagos, que cubre una carretera de 125 km (58 de ellos de ripia) entre Villa La Angostura y San Martín de los Andes, en la que van apareciendo numerosos lagos. Los lagos son muy bonitos pero creemos que todos ellos son muy similares como para parar en cada uno.

Ruta de los lagos

La vuelta a Bariloche la hemos hecho por la desesperante ruta 40. Esta vez no hemos tenido ningún percance ni con el coche ni con pozos de barro. Lo mejor de la vuelta ha sido observar una vez más lo buen vendedores que son los Argentinos. Existe un valle, el valle Encantado, con muchas rocas de extrañas formaciones. Los Argentinos te venden que si una roca es un elefante bebiendo agua, otra es un tren, un león, king kong tomando el sol, el dedo del Señor… pero nuestra imaginación no está tan desarrollada.

Rocas con formas

Y desde aquí decimos adiós a Argentina, despidiéndonos a lo grande. Un buen cocido, gentileza de un personaje de nuestro hostal. Un serbio que llevaba 35 años trabajando en Mercedes Benz y un día se hartó y dijo: «Hasta que me muera no voy a parar de viajar». Y en ello está. En compañía de él, de dos americanas recorriendo SurAmérica, una Danesa dando la vuelta al mundo, una pareja hispana-portugal de vacaciones, una pareja de argentina y alaska, un buen vino de Mendoza y una fresquísima cerveza Quilmes, nos despedimos de este gran país. Hasta pronto!

Cena de despedida Argentina