Tokio: Parque de Ueno

Hoy es nuestro segundo día en Tokio. Este día lo dedicamos a recorrer el Parque de Ueno, uno de los principales focos culturales de la ciudad. Ueno fue el primer parque público de la ciudad y hoy en día miles de turistas lo visitan cada día.

 

Comenzamos la visita por el estanque de Shinobazu, un inmenso estanque lleno de nenúfares con unas bonitas vistas a algunos edificios de la ciudad.

Japon

 

El parque está lleno de cerezos y en época de primavera, cuando florecen, las hojas son de un color rojo espectacular. Nosotros nos conformamos con el color verde.

Decimos que el Parque de Ueno es un foco cultural porque dentro encontramos algunos templos, alguna pagoda, el museo Nacional de Tokio, el Zoo y el Santuario de Gojo entre otros. Este último es nuestro primer contacto con los Toris y nos han enamorado. Los Toris son los arcos tradicionales de los santuarios sintoístas o áreas sagradas y son el icono de Japón.

 

No hace sol pero después de caminar varias horas por el parque tenemos sed. Por suerte vemos una máquina de bebidas. ¿Suerte? Para nada es suerte. Nos llama la atención que en cada esquina hay máquinas dispensadoras en las que es posible encontrar de todo. La mayoría son de comida o bebida pero en ocasiones dispensan cualquier cosa que te puedas imaginar como por ejemplo papel de wáter! Hemos leído que en Japón hay una máquina dispensadora cada 23 habitantes, una brutalidad.

Al finalizar el parque seguimos caminando y nos adentramos en el barrio de Yanaka y casi sin darnos cuenta nos encontramos en medio de un pintoresco cementerio al aire libre en el que leemos están enterrados varios artistas y actores famosos.

De vuelta y al lado de la estación de Ueno nos sumergimos en el Mercado de Ameyoko, nuestro primer mercadillo japonés. Está repleto de gente arriba y abajo comprando pescado, ropa o cualquier cosa. Este concepto de mercadillo no es el que estamos acostumbrados. Aquí no hay gangas y no “te lo quitan de las manoooooos”.

En un punto del mercado oímos mucho ruido, en el letrero del local pone Pachinco. Decidimos entrar. Dentro, cientos de máquinas tragaperras y juegos recreativos con el volumen a toda pastilla. Sólo hemos estado 5 minutos pero ha sido el tiempo suficiente como para saber que trabajar ocho horas al día allí dentro debe ser terrible.

Y de aquí nos despedimos de Tokio de momento. Hoy activamos el Japan Rail Pass, un billete de tren del que os hablaremos más adelante y con el que vamos a recorrer el país durante los siguientes 7 días. Next Stop: Takayama!