Nuestros inicios como mochileros

Noche de verano. Sentados en una terraza intentando sentir algo de esa brisa marina y fresca nos hemos puesto a recordar anécdotas de nuestro primer viaje juntos. Esas historietas que recuerdas una y otra vez y no puedes parar de reír o sorprenderte a ti mismo de lo que puedes llegar a hacer en ciertas circunstancias. Historias que suman parte de lo que te ha gustado de un país, las experiencias que has vivido y a la gente que has conocido.

¡De nuestro primer viaje juntos como “mochileros” hace la friolera de 10 años! Yo (Bibi) había viajado por Europa, África o Suramérica pero esta era la primera vez que cogía la mochila y me tiraba a la aventura sin tener nada planeado ni reservado y eso me ponía de los nervios. El destino fue Méjico, Guatemala, Honduras y Belice, un viaje que aún hoy en día lo colocamos como uno de nuestros viajes favoritos. No está mal para un primer contacto con la aventura, ¿verdad?

La Ruta Maya

Recuerdo como si fuera ayer machacar al “experto” mochilero que me acompañaba (Javi) a preguntas. ¿Pero donde vamos a dormir? ¿No deberíamos reservar la primera noche en DF, una de las ciudades más peligrosas del mundo? ¿Pero por dónde vamos a cruzar las fronteras? ¿Pero cómo nos moveremos de un lugar a otro? Cientos de peros salían de mi boca… Además, como a mis padres les preocupaba un viaje no organizado, les solté una mentira piadosa diciéndoles que sólo íbamos a Méjico al ser un país, en teoría, más civilizado. Lo que no sabía es que se me escaparía en una llamada telefónica que estaba en Guatemala. Todavía me duelen los oídos por el grito de mi madre que se escuchó por todo el locutorio. 😛

La Ruta Maya

En definitiva, que después de un viajecito en avión, aterrizamos en DF a las diez de la noche y sin saber dónde dormiremos. Como leéis, no seguimos la recomendación de evitar pillar el metro en DF a partir de las 8 de la tarde. Ahí estábamos los dos, más frescos que frescos, a las 10 de la noche. De entrada, nos sorprendió que nos quisieran separar para yo viajar en el vagón de mujeres y Javi en el de hombres. Finalmente viajamos los dos juntos en el vagón de hombres y por supuesto yo era la única mujer del vagón, rubia y con ¡pinta de guiri total! No quiero ser creída pero notaba mil ojos mirándome…

La Ruta Maya

Como no teníamos nada contratado, nos bajamos en una parada céntrica para buscar un hotel y en una ciudad tan grande, hay que andar demasiado. El tiempo pasaba sin que pudiéramos encontrar hostal. Finalmente y gracias a unos policías “no corruptos” llegamos a un hostalillo que en la vida lo hubiéramos encontrado nosotros. En resumen, en mi primer día de mochilera, me cagué en la mochila, en el rollito mochilero y en la frasecita: “No te preocupes, sobre la marcha”.

La Ruta Maya

Sin embargo, los días fueron transcurriendo bien, las agujetas de los primeros trekkings desapareciendo y poco a poco me fui adaptando a este nuevo estilo de viajar. Lógicamente la experiencia es un grado y hoy en día reservamos la primera noche o no dependiendo de la ciudad a la que lleguemos.

La Ruta Maya

Viajando por Guatemala me di cuenta de que en muchas ocasiones lo desconocido es mucho mejor que lo conocido pues de Méjico sabía muchas cosas gracias a los medios. Sin embargo, la idea de Guatemala en España es de un país peligroso y poco más. Poco a poco vamos conociendo lugares mágicos como el lago Atitlán o Semuk Champey, lugares de los que nunca habíamos oído hablar y que te dejan sin palabras.

La Ruta Maya

Sin olvidar las ruinas mayas de Tikal, sin lugar a dudas la más espectacular de las ruinas mayas, sólo equiparables a las de Palenque en Méjico.

La Ruta Maya

Nos fuimos de Guatemala tristes. Todo iba sobre ruedas, éramos felices y no queríamos marchar. Sin embargo, continuamos en uno de esos viajes de mochilero que nunca olvidas compuestos de lanchas, varios buses, esperas en medio de la nada para finalmente llegar en ferry a una pequeña isla de Honduras, Utila.

La Ruta Maya

El objetivo aquí era sacarnos el título de diving. Después de elegir la opción más barata (ya que íbamos con presupuesto ajustadísimo) compuesta del OPEN WATER, el curso de más bajo nivel y habitación compartida en cuartos de dos literas, nos dirigimos al hotel a descansar. Cuál es mi sorpresa, que en esas tierras remotas me encuentro con un compañero austriaco que conocí de ¡Erasmus en Holanda! ¿Causalidad?…este rollo mochilero que vas conociendo a gente de todo el mucho ya me iba gustando más…

La Ruta Maya

Nunca olvidaré la primera página del libro de teoría. Un recopilatorio de frases de este tipo: “Si haces esto, te pasará esto otro y ¡morirás!”. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sin embargo, el miedo se fue en la primera clase práctica en una playa de ensueño sentada bajo el agua en la arena ultra fina sintiendo una sensación única. Fueron unas pequeñas vacaciones dentro de las vacaciones.

La Ruta Maya

La Ruta Maya

Ahora bien, después de la calma llega la tempestad. El curso de PADI había subido su precio a lo que nosotros habíamos leído lo que nos había rebajado aún más el presupuesto. Para añadir más desgracia sobre nosotros, nuestro siguiente medio de transporte debía ser una lancha de 3 horas para llegar a Ciudad de Belice. Sin embargo y debido al oleaje, las lanchas se habían cancelado y nos vimos obligados a comprar un billete de avión a Belice y reventar nuestro presupuesto por completo. Por si fuera poco, en ese momento viajábamos con una chica francesa y un mejicano del DF y estaban todavía más apurados que nosotros. La ley no escrita nos hizo dejarles un poco de dinero en un momento de apuro. El chico mejicano, muy agradecido, nos dijo que al llegar al DF los llamáramos.

La Ruta Maya

El caso es que regresamos a la frontera mejicana nos quedamos con el dinero justo para los hostales más baratos que te puedes imaginar, haciendo autostop, durmiendo en las estaciones de buses o bancos y ¡haciendo solo una comida al día!

La Ruta Maya

¿Sabéis lo que es oler los lujosos resorts de Cancún de pulserita y nosotros en el hostal más cutre que os podías imaginar en un dormitorio de 11 mamuts y yo? Yo lo descubrí en ese momento…

La Ruta Maya

Para compensar, nos auto invitamos en alguna piscina de estos hoteles de pulsera y se nos ocurrió una brillante idea. En la piscina todo el mundo con pulsera podía pedir comida y bebida gratis. El hambre dejó atrás a la vergüenza y pedimos a otros españoles que nos pidieran algo de comer. Sin embargo y ante nuestra sorpresa sólo recibimos un NO y miradas de desprecio. El espíritu mochilero desaparece en los viajes de pulserita.

La Ruta Maya

Después de un mes volvimos al DF y decidimos llamar a la pareja que habíamos ayudado y que nos dijeron que nos devolverían la ayuda en el DF. Nunca olvidaré el inicio de la conversación de Javi con Chucho (el chico mejicano):

La Ruta Maya

– Javi: Hola, soy Javi!

– Chucho: ¿Quién eres? No me acuerdo.

Nooooooo, tierra tráganos, ¡qué vergüenza! Por suerte, cuando Chucho se acordó de nosotros se portaron de fábula invitándonos a cenar y a comer en nuestros últimos días. El espíritu mochilero había vuelta de nuevo.

La Ruta Maya

La parte positiva es que se nos quedó un tipín muy fino, jajaja. Es broma, a pesar de estos “pequeños inconvenientes”, me convertí en una mochilera 100% y desde entonces no hemos querido viajar de otra forma.

La Ruta Maya

Así empezó todo…