Cuando cae la noche, nace Yangón

Antes de escribir este post, nos sentamos a debatir que podíamos decir y contar de esta ciudad. Particularmente, Yangón no nos ha parecido una ciudad para estar mucho tiempo, ni callejearla, ni visitar grandes cosas pero para gustos los colores y siempre hay que dar una oportunidad.

En realidad, uno de los iconos más conocidos del país es la Swhedagon Pagoda, una masa en forma de stupa y recubierta de pan de oro donde todo budista que se precie debe peregrinar al menos una vez en la vida. Sin embargo, en nuestra opinión no es nada espectacular aunque la vida que desprende si que ha captado nuestro interés.

Yangon

Con lo que si que hemos disfrutado es con el mercado nocturno. Al caer el sol, las calles se convierten en improvisadas tiendas, fruterías con las más raras y exóticas frutas y pequeños restaurantes donde mezclan la comida con los dedos y luego te dan el cambio con un billete de 200 Kyats, roto, arrugado y en una bolsa de plástico.

Mercado de Yangon

Si llegas a la calle 19, al más puro estilo neoyorkino, podrás disfrutar del “tapeo birmano” acompañado de un cerveza. El tapeo birmano consiste en pequeñas barbacoas de pinchitos de pollo, pescado, gambas, etc. De vez en cuando, pasa un vendedor ambulante con ciertas delicatesen, como por ejemplo, grillos fritos y crujientes. Más de uno pensará: “que asco” pero entonces nos viene a la cabeza que nosotros comemos caracoles y a mucha gente le resultan deliciosos!!

Grillos fritos

Sentados en una mesa, vemos pasar a la gente de un lado a otro y observamos una vez más las costumbres tan interesantes del país. Las mujeres van siempre enfundadas con sus mejores galas y maquilladas con el tradicional Thanaka, un pastiche de madera y agua, sano, natural, protector solar y aclara la piel. Mientras que los hombres van ataviados con una falda de cuadritos, suponemos que así iran más frescos. También observamos que las nuevas generaciones van cambiando las tendencias porque dejan paso al pantalón.

De pinchos en Yangon

Con esto se ha acabado nuestro tiempo. Nos despedimos de Myanmar, un país que nos ha cautivado por su gente amable, gentíl y honesta. Mañana cogemos un vuelo para hacer nuestra última parada del viaje, Tailandia.Comienza la cuenta atrás…

De pinchos en Yangon