San Petersburgo

Como dice la canción de Bongo Botrako de “todos los días sale el sol chipirón”. En San Petersburgo no es una excepción, de momento, amanecemos con un día soleado.

Como cambian una ciudad de un día nublado a un día soleado. Nada que ver. Volvemos al Hermitage y esta vez el edificio brilla con luz propia resaltando el verde, blanco y dorado de sus paredes.

San Petersburgo

Nos da pena entrar a un museo en un día soleado pero al igual que no puedes estar en Agra y no entrar al Taj Mahal tampoco puedes visitar San Petersburgo y no visitar uno de los museos más impresionantes del mundo.

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Hemos leído que si tu intención es leer el letrerito de todas y cada una de las obras del museo (teniendo en cuenta comidas y horas de sueño) tardarías en verlo entero unos sesenta años! Un dato tonto de trivial pursuit para que os hagáis a la idea del tamaño, ¡un monstruo!.

Como no tenemos tanto tiempo, elegimos los artistas que queremos ver y planificamos nuestra ruta.

San Petersburgo

Al entrar al Hermitage (compuesto por cinco edificios), lo primero que sorprende es el propio edificio, conocido como el “Palacio de Invierno” de estilo rococó impresionante, un poco horterica por tanta extravagancia y ostentosidad pero impresionante al fin y al cabo.

San Petersburgo

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Vamos recorriendo largos pasillos, viendo obras, bajando y subiendo escaleras y casi sin darnos cuenta llevamos cuatro horas sin parar y la barriga ya comienza a hacernos ruiditos inequívocos por lo que decidimos dar por terminada nuestra visita.

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Nos dirigimos a la avenida Nevski, la arteria principal de San Petersburgo. Es una avenida muy animada con muchos músicos callejeros bastante buenos intentándose ganar la vida. Suponemos que aprovechan al máximo los meses de verano porque a ver quien es el campeón que se pone a cantar y tocar la guitarra en Febrero a menos veinte o menos treinta grados.

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En la calle Nevski se encuentra un local llamado Market place bastante recomendable para hacer una parada a comer y reponer fuerzas. Se trata de un local donde puedes degustar platos de diferentes culturas a un precio muy razonable. Lo dicho, anotarlo si visitáis San Petersburgo.

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Con la barriga llena regresamos a la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada y una vez más que diferencia verla con el cielo azul haciendo brillar y resaltar sus tonalidades.

San Petersburgo

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Seguimos con nuestra rutilla de un día en San Petersburgo. Queremos cruzar el río Neva para visitar la otra parte de la ciudad y nuestros pies parece que aguantan. Para ello cruzamos a pie el puente de Trinity. Este puente como otros en esta ciudad se levanta de madrugada para dar paso a los barcos, un espectáculo que merece la pena. Eso sí, sólo se puede disfrutar en verano porque en invierno se congela el río.

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Al otro lado del puente nos topamos con la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, la ciudadela original de San Petersburgo. La fortaleza es una isla en forma hexagonal con seis bastiones en cada uno de sus ángulos.

Dentro de la fortaleza hay varios edificios remarcables, entre ellos la catedral de San Pedro y San Marco donde hay enterrados varias generaciones de Zares.

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No lo hemos dicho, la entrada a la fortaleza es gratuita pero todas las actividades las pagas y hay muchas. Desde museos de cera, pasarelas elevadas con vistas a la ciudad, mazmorras de la guerra fría, elementos de tortura y varias más que te pueden hacer pasar varias horas aquí.

San Petersburgo

Después de disfrutar algunas de ellas, hacemos una pequeña parada en la playa de San Petersburgo. Sí, San Petersburgo tiene una mini playa en el exterior de la fortaleza. No es gran cosa pero nos sirve para relajarnos antes de retomar el camino de vuelta a nuestra casita.

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