Palacio de Catalina

Hoy nos dirigimos a Pushkin, una ciudad a tan solo 25km de San Petersburgo. Esta ciudad es famosa por albergar la “modesta” casa de veraneo de los zares, el Palacio de Catalina.

Palacio de Catalina

Por su cercanía, hay muchos tours de día para visitarla pero a precios astronómicos. Por este motivo volvemos a elegir la forma más económica para llegar por nuestra cuenta, es decir, los famosos autobuses rusos llamados marshrutka.

Palacio de Catalina

En más o menos media hora llegamos a Pushkin y el estilo de la choza de veraneo no puede ser más rococó con edificios de colores azul, blanco y morado.

Palacio de Catalina

Si nos adentramos un poco en la historia del palacio podemos observar que está llena de caprichos. En un primer lugar, Catalina I lo mandó construir. Por cierto, con lo guapas que son las mujeres rusas que feica era Catalina, orco de mordor. 😛

Palacio de Catalina

Bueno seguimos con la historia. Una vez el palacio de grandes dimensiones estuvo acabado, la sobrina de Catalina mandó ampliarlo ya que lo veía pequeño. Más adelante, la hija de Catalina, cuando fue un poco más mayor pensó que el palacio había pasado de moda así que ordenó la remodelación completa con la ayuda de su arquitecto personal.

Palacio de Catalina

Si nos centramos en el palacio, solo entrar y subir unas escaleras te quedas boquiabierto al acceder al gran salón dorado, ¡una habitación de 1000 m2! El salón está lleno de espejos, marcos dorados, candelabros y pinturas por doquier.

Palacio de Catalina

Palacio de Catalina

Al salir del salón, puede parecer que ya lo has visto todo pero realmente cada habitación resulta espectacular, sin desperdicio.

Palacio de Catalina

Palacio de Catalina

Vamos pasando algunas salas hasta que llegamos a uno de los puntos estrella del palacio, la famosísima Sala de Ámbar, que como su nombre indica está hecha únicamente con esta resina fósil y las tonalidades naranjas, rojas y amarillas son sorprendentes.

Palacio de Catalina

Palacio de Catalina

Sin embargo, esta sala se trata de una reconstrucción. Cuando los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial ocuparon el palacio la saquearon por completo, no dejaron ni un gramo de ámbar. El ámbar no ha vuelto a aparecer jamás pero hay quien piensa que está escondido en una caverna artificial en territorio alemán, misterios de la vida.

Palacio de Catalina

Salimos del palacio y una vez más la visita no acaba aquí, nos queda recorrer los inmensos jardines de palacio, un museo al aire libre y respirando aire puro como nos gusta.

Palacio de Catalina

Como es costumbre en nosotros buscamos un rincón a orillas del lago para hacer una parada técnica y reponer fuerzas.

Palacio de Catalina

Mientras paseamos vemos rincones con mucho encanto y además van apareciendo joyas arquitectónicas como el Hermitage. Como lo oís, el Palacio de Catalina cuenta con su propio Hermitage, que no deja de ser una réplica en pequeño del gran palacio.

Palacio de Catalina

Cuando damos la vuelta al lago y después de mucho andar creemos que es el momento de dar por finalizada la visita así que marshrutka al canto y vuelta a San Petersburgo.

Palacio de Catalina

Ya de vuelta en San Petersburgo, aprovechando que el autobús nos deja cerca y como colofón final a nuestro día, visitamos la Iglesia Chesme. Esta iglesia no aparece en muchas rutas de San Petersburgo pero acercaros si queréis ver una iglesia que parece una tarta de boda cursi o la tarta de Peppa Pig.

Palacio de Catalina

¡Su color rosa hace que resulte inconfundible! 😛